La eternidad (parte 1)

 Hoy les regaló la primera parte de mi novela La eternidad. Fue publicada en el 2013, por la editora española Ediciones Oblicuas. Espero leer sus opiniones, sean positivas o no. Estén atentos a las entregas, publicaré la novela completa.



LA ETERNIDAD

José Ramón Barbón Hernández

















A mi familia.

A aquellos que creyeron en mí y en especial,

a mi amigo Pablo Noa; quien supo alentarme

y a su vez ser uno de mis guías  en el difícil                        

camino de la literatura.

 A mis compañeros del Grupo Punto de Giro  

 y a los miembros de taller literario Casa Tomada 

de la casa de cultura municipal Justo Vega.

A Felo, profesor y amigo.






















Índice

Eternidad ..........................................................................

El Pacificador ....................................................................

Más allá del infinito .........................................................

Glosario de términos .......................................................














Eternidad 

Hay quienes dicen que la vida termina con la muerte; esta es el fin, no existe nada más. No sé si me creerán, pero después de lo que llamamos muerte, comienza la eternidad.

Es 22 de octubre de 2051, tengo treinta años y acabo de sufrir un accidente automovilístico. Iba rumbo a casa, donde mi esposa me espera. Es nuestro aniversario de bodas; cumplimos cinco años.

Estoy en una de las salas de terapia intensiva del hospital provincial. Hay caras preocupadas alrededor de mí. Quiero hablarles, que me digan por qué me veo así. Todo se revela al instante: el accidente, el traslado al hospital, mi esposa junto a mi cama y su rostro sumido en la desesperación. Si puedo percibir esto, ¿por qué no logro comunicarme? La brillante luz que me envuelve comienza a cubrir mi campo de visión. ¿Qué sucede? No existo, solo esta luminiscencia que me acompaña y la sensación de trasladarme a una velocidad inimaginable. No sé qué tiempo ha transcurrido, ni en qué lugar me encuentro; mucho menos, hacia dónde voy. Allá en la lejanía aparece un punto luminoso. ¿Qué resplandor es ese que no daña la vista? ¡Es incandescente!, ¡brilla como el sol! ¡No!, mucho más que este. A medida que me acerco, distingo lo que parece ser un planeta; la luz que irradia no es de ninguna sustancia en combustión, es luz propia. Voy hacia él, tengo la sensación de volver a casa; sin embargo, no estoy satisfecho, dejo mi vida detrás.

Ya en la atmósfera, incontables formas luminosas me dan la bienvenida. En la superficie, innumerables construcciones se levantan; de ellas, salen y entran aquellos seres.

En medio de una gran explanada, se yergue majestuoso un edificio; parece una pirámide, pero sus abigarradas formas llevan al desconcierto. Multitud de aberturas hacen de ventanas, por las que puede espiarse el exterior. Voy hacia él, como si alguien me llamara. Cruzo la entrada principal o lo que identifico como tal. Llego a un espacioso salón, en el que se encuentran reunidas varias formas luminosas. Me detengo ante ellas desconcertado, mil preguntes nublan mi intelecto. La duda me carcome. ¿Qué es esto? ¿Dónde estoy? De repente, llegan las palabras:

—Atón, el Consejo Supremo de Eternidad te da la bienvenida.

—¿Qué es Eternidad? ¿Por qué me llaman Atón?

El mensaje llega directamente a mi cerebro.

—Atón es tu nombre, eres uno de nosotros. Eternidad es el planeta en el que estamos. Sé qué esperas respuestas, te la vamos a dar.

Hacia mí se dirige uno de esos seres, son bellos sus contornos. No acabo de entender cómo advierto belleza en esto que es nuevo para mí. Recibo la misma sensación.

—Soy Ulana, no te asustes. Tengo lo que quieres; por favor, acompáñame.

Salgo de aquella construcción, impresionado por los integrantes del Consejo Supremo de Eternidad. Nos trasladamos por el cielo del planeta. A nuestro lado circulan otros seres. Siento la felicidad que irradian al darme la bienvenida. Llegamos a un lugar situado junto al mar. Nos detenemos frente a una exótica vivienda. Ya dentro, escucho a Ulana.

—Esta es nuestra morada. ¡Sí!, mis palabras llegan a ti sin que medie el sonido. Nos comunicamos por ondas telepáticas —Contesta una vez más a mis preguntas sin darme tiempo a terminar los pensamientos. Miro a mí alrededor, busco acomodarme. La habitación está vacía, no existen muebles.

—No hacen falta, podemos descansar mientras levitamos —dice mientras me indica que la imite.

Ya acostumbrado a mi nueva situación, solo queda la curiosidad. Hacia Ulana fluyen mis preguntas.

—¿Quiénes somos y de dónde vinimos?¿Qué edad tienes? —estas son algunas de mis interrogantes, escuchemos lo que dice.

—Somos los eternos, siempre hemos vivido aquí. Mi edad no es posible medirla en las unidades de tiempo que conoces. Solo puedo decirte que he ido y regresado más veces de las que puedas imaginar; sobre todo, he visto partir a muchos de mis compatriotas. Nuestro tiempo no es igual al que dejaste detrás, nosotros existimos desde siempre.

—¿Dices que no mueren?

—Somos los eternos. Sé que llegas de un lugar en el que la muerte se considera el fin de la vida. No la mires así, la muerte es el comienzo de una nueva etapa. Entiéndeme, voy a relatarte nuestra historia para que puedas comprender.

Al principio había un punto en el que se concentraba la materia; la energía dentro de él era inmensa. Hubo un momento en que esta no pudo ser retenida: ocurrió la gran explosión. La materia se expandió, dio lugar al universo. En el centro de este, quedó Eternidad. Nosotros somos la máxima expresión de la energía: entes pensantes, es decir, seres formados por energía pura capaces de razonar.

Al principio todo era caos, el tiempo y la experiencia nutrió nuestro intelecto. Aprendimos a pensar, unimos nuestras mentes. Creamos un mundo, sus códigos, nos adaptamos al medio circundante. Formamos el Consejo Supremo, con el objetivo de hacer cumplir las leyes y juzgar al trasgresor.

—¿Qué hacen con el que viola las leyes?, ¿lo eliminan?

—¡No!, como te dije antes, somos eternos; además, la muerte no es una opción para nosotros.

—Si no hay castigo, no hay respeto. No entiendo cómo pueden mantener el orden.

—Los convencemos de lo erróneo de su proceder. Me permites continuar, por favor —dice. Mi silencio es respuesta suficiente.

—Después de logrado lo que te he dicho, nos dedicamos a conocer nuestra historia; cómo surgimos, quiénes éramos. Estudiamos a fondo el planeta, lo ocupamos, construimos nuestra sociedad. Pasado un tiempo, decidimos reproducirnos. ¡No!, no podemos hacerlo como en la Tierra. Te equivocas de nuevo. No repudiamos esa forma de reproducción, pero aquí las condiciones son otras. Somos diferentes. Si dos de nosotros con la suficiente experiencia y la energía necesaria deciden unirse, es producto de una gran afinidad. Nos acercamos uno al otro, nos convertimos en un solo ente. De esta unión surge un nuevo ser; tiene características comunes y, lo que es mejor, reúne en él todo nuestro conocimiento. Pasado esto, nos separamos y volvemos a ser los mismos. ¿Satisfecha tu curiosidad?

—Sí, Ulana.

—Si es así, proseguiré. Al aumentar la población del planeta, surgió la necesidad de conocer el universo. Nunca habíamos abandonado nuestro mundo, ya que temíamos a lo desconocido; pero era necesario un comienzo. Dentro de nuestro medio, nos trasladamos mediante la levitación. Necesitábamos aprender cómo movernos en el vacío. No sabíamos lo que nos podía esperar más allá. Requeríamos de un vehículo para protegernos, por lo que surgió la idea de viajar dentro de una burbuja magnética.

—¿Qué es eso?

—La luz dorada que te envolvió durante todo tu viaje. Dentro de ella nos desplazamos al salir del planeta; logramos velocidades inconcebibles con solo pensarlo. Este descubrimiento nos permitió conocer el universo y expandirnos. Al principio, en una burbuja solo se trasladaba uno de nosotros. Esto cambió, hoy en día el número es mucho mayor.

—Interesante, pero por qué si colonizamos el universo no se sabe de nosotros en la Tierra.

—Muy acertado lo que has dicho, Atón, pero vuelves a equivocarte. Mediante la meditación, algunos iluminados han sido capaces de percibirnos. Ellos han logrado el acceso a la Memoria Universal, pero no se les ha permitido desvelar todos los conocimientos. Hubo momentos en que la sola mención de estos, significó la destrucción del cuerpo físico. Lo peor es que la destrucción de este implica el fracaso de la misión.

—¡Espera!, me hablas de cuerpo físico, de una misión a cumplir; sin embargo, al llegar no recordamos ni siquiera de dónde venimos. No lo puedo entender.

—Di mejor que no recuerdas. Eres de aquí, apelemos a la Memoria Universal. Soy tu tutora, mi obligación es ayudarte a recordar.

Abro mi mente y surgen mil nuevas sensaciones. Transmito mis dudas, al instante comienzan a llegar respuestas. Cuántos conocimientos, qué maravilla: Cuerpo físico es la forma que adoptamos cuando permanecemos en un planeta que no es el nuestro. Este permite mantener el equilibrio energético, utilizar las vías nutricionales adecuadas; por ejemplo, en la Tierra se obtiene energía del medio circundante, al ser pobre esta fuente ingerimos alimentos como suplementos energéticos. Mientras más estable sea el equilibrio, mayor tiempo tarda en deteriorarse el cuerpo físico. Al destruirse, regresamos a Eternidad.

La misión a cumplir es sencilla: trasladarse a un planeta, coexistir según las leyes de la naturaleza y, al regreso, enriquecer con lo aprendido la Memoria Universal. Es cierto que, al llegar, no recuerdas nada. Parece horrible, pero este mecanismo de protección nos libra de muchos malos ratos; sobre todo, preserva al cuerpo de la destrucción en los primeros años de vida, cuando empiezas a dar los primeros pasos en un mundo desconocido, en el que solo pueden guiarte quienes te precedieron.

—¿Cómo ven a los que se autodestruyen? Para ser más claro: a los suicidas.

Lanzo este pensamiento al acordarme de aquellos preceptos religiosos o políticos, que excluyen a los desesperados por el solo hecho de no ser capaces de cargar con el peso de la vida. Llega la respuesta y entiendo. Consideran que no han tenido el tesón necesario para cumplir. No los rechazan, los reciben y educan para que no vuelva a suceder. El éxito de la misión está por encima de todo. Con ella, se beneficia la comunidad.

Las revelaciones vienen a mí, me maravillo de la sabiduría de estos seres. Me sorprende…, llega tan fácil. Enseguida razono, tengo acceso a la Memoria Universal.

—Ulana.

—Sí, Atón, sé que estás agotado. No te preocupes, tenemos todo el tiempo del universo.

El dios Crono mantiene su incesante caminar, repongo mis fuerzas y despierto.

—¡Qué bien me siento!, nunca antes había descansado como ahora. ¿Qué tiempo llevo en este estado Ulana?

La sensación de una alegre sonrisa me acaricia. ¿Por qué hace eso?

—No te acostumbras, Atón, recuerda que ya no estás en la Tierra. Para nosotros el tiempo no existe, por lo menos en la forma que conoces.

—Si es así, ¿cómo se planifican ustedes? —rectifico—, ¿nosotros?

—Simplemente, lo usamos.

—No concibo lo que acabas de decir.

—Es muy sencillo, hacemos lo que queremos siempre que nuestro proceder no afecte a la colectividad.

—¡No trabajan!

—Te equivocas una vez más; trabajamos, esto permite ejercitar la mente. De donde vienes no siempre es un medio de enriquecer el intelecto. Aquí no es necesario laborar para conseguir alimentos. La fuente de nutrición es la energía; es tan abundante que fluye libremente a través de nuestros cuerpos. Las construcciones no requieren gran esfuerzo. Hemos aprendido a manejar la energía, podemos concentrarla y hacerle adoptar la forma que deseemos. ¿Quieres ejemplos? Los has visto: esta casa, la burbuja magnética que nos protege al viajar por el espacio exterior, el cuerpo físico que dejaste allá en la

Tierra. ¡Sí!, hay algunas construcciones grandiosas, son obra de la colectividad.

—Ulana, ¿cómo eligen las profesiones?

—Cada uno de nosotros se entrena en la rama del saber que desee. Hay físicos, matemáticos, filósofos, historiadores; es decir, todas las que existen en la Tierra y algunas que ni te imaginas.

—¿Cómo logran la especialización?

—Tenemos acceso a la Memoria Universal. La información que necesitas para encausar tu vida está ahí; nadie te la negará.

—Comprendo, pero hay profesiones que necesitan de ordenadores, maquinarias, etc.

—No son necesarias, para los cálculos más complejos utilizamos la mente; es el ordenador más completo que existe; no obstante, si entendemos que lo propuesto nos sobrepasa, apelamos a la Memoria Universal. De ella, siempre obtendrás respuestas. Las maquinarias no las necesitamos, ya te he dicho que sabemos cómo manipular la energía.

—Háblame del espacio exterior, ¿qué saben del universo?

—Lo que me pides es muy extenso para que sea labor de una persona, apelemos una vez más a la Memoria Universal. ¿Estás listo?

—Hagámoslo.

Mi mente se proyecta y contacto con mis semejantes, como en una enciclopedia virtual se abren mil puertas. Accedo al conocimiento, llega a mi cerebro. La gran explosión fue el comienzo. Al diseminarse la energía por el espacio se formaron nebulosas, galaxias y planetas.

En el centro queda Eternidad y en ella los eternos. Desde el principio surgimos como seres inteligentes, pero faltaba la experiencia que permite el desarrollo del intelecto; éramos primitivos. 

Tras poblar Eternidad, pusimos la atención en el cosmos. Queríamos saber qué había más allá de nuestro espacio. Al principio, no éramos capaces de movernos fuera de este. No se había desarrollado la burbuja magnética, nos limitábamos a observar. Cuando mayor era nuestra desesperanza, comenzaron los viajes al exterior.

El universo es infinito y se expande, sabemos que llegará el momento en que eso se invertirá y todo volverá al inicio. Será el comienzo de otra etapa de la vida. Los primeros viajes significaron nuevos retos. Aprendimos a desplazarnos, a orientarnos por la posición de los astros. Debíamos saber en todo momento dónde nos encontrábamos. Muchos se perdieron o tardaron gran tiempo en regresar. Al volver, enriquecían la Memoria Universal. Llegamos a la conclusión de que, por ahora para nosotros, el universo es infinito, lo que reforzó nuestras teorías.

Con lo que ya conocíamos y la certeza de que por lo menos en esta etapa no llegaríamos al borde del universo, nos dedicamos a su estudio. Hasta ese momento habíamos sido simples observadores, pero decidimos colonizar otros planetas. La población había aumentado, necesitábamos nuevos mundos para asentarnos. No queríamos alterar el orden existente en esos lugares ni interrumpir la evolución de sus habitantes. Al existir el problema nutricional que nos afecta (a causa de que en esos astros no existe la misma concentración de energía que en el nuestro), tuvimos que adoptar formas acordes a esos lugares, formas que nos permiten alimentar nuestro cuerpo energético mediante los recursos que se pueden obtener en estos planetas; además, creamos un cuerpo que se adapta a las condiciones existentes en esos mundos.

—¿Qué hicieron al encontrarse con otras formas de vida?

Coexistimos y adoptamos sus patrones —responde la voz que parece nacer en mi mente. Continúa: 

Al principio, el cuerpo físico se deterioraba en poco tiempo o era destruido. Esto ocurría por la erosión que ocasionaba en él, las adversas condiciones del lugar o por la agresión de algunos de los pobladores. Cuando sucedía, se regresaba a Eternidad sin haber concluido la misión. La experiencia adquirida a lo largo de esos fracasos permitió subsanar los errores iníciales y preservarlo por mayor tiempo.

En la actualidad, se ha poblado gran parte del universo. Existen civilizaciones en lugares tan distantes como puedas imaginarte. Nos hemos desarrollados en diversos medios: acuáticos, fríos, con intenso calor, etc. En todos se respetan las leyes de esos mundos, ya que de ser violadas hay consecuencias trágicas. Para lograr coexistir con la naturaleza, se necesita pasar por muchas etapas de evolución. Hay planetas en los que se ha ignorado el entorno, lo que ha sido causa de destrucción.

Te preguntas cómo es posible que, con el desarrollo alcanzado, permitamos que esas cosas ocurran. Recuerda que programamos la mente de los que viajan hacia estos lugares para que al llegar no se acuerden de nada. Con eso, logramos que los conocimientos anteriores no afecten el objetivo de la misión; sobre todo, que sean ellos mismos.

No son muchos los planetas en los que sus habitantes han puesto en peligro su propia existencia y la de su mundo. Por suerte, en la inmensa mayoría de los casos se ha logrado el equilibrio. Preguntas qué entendemos por equilibrio. Es justo que no lo sepas, en el planeta del que vienes todavía no se ha alcanzado. Para nosotros esto existe cuando los pueblos no sufren necesidades, se han eliminado las guerras, no son necesarias las armas, todos disfrutan del derecho a ser educados, nadie carece de alimentos, todos tienen acceso a los servicios de salud y las riquezas del planeta se usan en provecho de la colectividad.

Es lógico lo que piensas. Cómo es posible que de una sociedad como la nuestra surjan seres con tan adversos sentimientos, tan hostiles, que los lleven a destruirse a sí mismos o, lo que es peor, al mundo que les dio cobijo.

La perfección no existe, pues de lograrse no sería necesario evolucionar; nos quedaríamos detenidos en un punto ya que nada precisaría de mejoras. Te equivocas con respecto a nuestra sociedad, no es perfecta. Nosotros siempre estamos en evolución, ejemplo de ello es el permanente enriquecimiento de la Memoria Universal. Sentimientos tales como la maldad, la envidia, la avaricia forman parte de todos; pero la diferencia entre el bien y el mal está dada y muchos somos capaces de dominarlos.

En planetas como la Tierra, hay una gran desigualdad entre sus habitantes. Se ha visto que algunos países han dado serios pasos para eliminarla. Creemos que para que esto alcance nivel mundial debe pasar algún tiempo. Todavía son muchos los intereses individuales; además, los cambios en una nación no pueden venir de reglas impuestas por otros y menos de regímenes totalitarios, traerían guerra y destrucción. Los cambios solo son posibles si provienen de los propios habitantes. Esto, tarde o temprano, ocurre. Nadie se conforma con vivir toda la vida marginado y sojuzgado.

Si los miembros de un país ganan conciencia de la situación en que se encuentran, se organizan y toman en sus manos los destinos de la nación. Es allí donde representan su papel los grandes hombres. Ellos son capaces de unir a las masas, organizarlas y conducirlas por el camino correcto. Camino que los llevará a tomar en sus manos las riendas del estado. Los elegidos son los líderes por naturaleza. Pero qué equivocados estaríamos si creemos que las decisiones de estos líderes siempre serán las correctas. Son seres, y, como tales, propicios a equivocarse, tiene que existir el debate, la pugna que nos lleve a la búsqueda de la verdad.

En aquellos planetas en los que se ha alcanzado el equilibrio, la unión de todas las fuerzas en beneficio de la comunidad ha dado lugar a un desarrollo acelerado. Se han logrado grandes avances científicos, lo que ha traído como consecuencia el adelanto en todas las ramas del saber.

Preguntas el porqué de las personas anormales. En nuestros viajes, ocurren accidentes que dañan la burbuja magnética.

En algunos casos, no se logra restaurarla antes de que sea afectado el cuerpo energético. Ya, en estos momentos, son menos frecuentes; sin embargo, no pueden evitarse los imprevistos. En ocasiones, la burbuja no puede ser restaurada. El cuerpo energético se fracciona y se esparce por el universo.

—Dices que para nosotros no existe la muerte, pero no veo nada más parecido a ella que lo dicho anteriormente. Por un instante se hace el silencio, segundos después la voz vuelve:

Eso no es la muerte. Al esparcirse el cuerpo, pasa a formar parte de la energía universal; como parte de ella, regresa a nosotros para garantizar la supervivencia. El cuerpo energético no se destruye, solo se transforma, por lo que se beneficia la colectividad.

Retomemos lo sucedido con aquellos cuerpos que, tras el accidente, no se fraccionan, quedan dañados: los que llamas anormales. Una vez en camino, es imposible hacerlos regresar. El destino está programado. El retorno depende del tiempo que conserven el cuerpo físico. Cualquier alteración puede ocasionar el deterioro del cuerpo energético. Este lo arriesgamos solo por un fin superior. Es por esto que debemos ofrecer a aquellas personas consideradas anormales el mayor afecto posible. Presentan esa condición porque actuaron en bien de la colectividad. Podrán ser restaurados al volver a Eternidad; sin embargo, deben permanecer en el planeta que se les asignó por el tiempo programado. Una vez entre nosotros, trasladan sus experiencias a la Memoria Universal, lo que contribuye a evitar nuevos accidentes.

—Ulana, debemos considerar a los asesinos, ladrones…, en general a los delincuentes, como personas anormales.

—Atón, entiendo que estés confundido, de donde vienes se piensa muy distinto. Creo que por ahora puedo desechar la ayuda de la Memoria Universal, seguiré instruyéndote yo. En algunos casos, estas conductas son producto de accidentes ocurridos durante el viaje; aunque no es una generalidad. La mayoría se debe al medio en que viven, a los patrones aprendidos durante su vida; en resumen, su actitud depende de la educación recibida en el seno de la familia y a la sociedad en que se desarrollan. Sabes bien por tu experiencia en la Tierra, que allí hay sociedades que no se interesan por la educación y el bienestar de la población. En esos lugares, se manifiesta la mayor criminalidad. ¡Sí!, como piensas, esas conductas son repudiables; sobre todo, por el daño que causan a los demás. Debes saber que no estamos en desacuerdo en que estas personas sean encerradas para su reeducación; sin embargo, nos oponemos a la destrucción del cuerpo físico. Creemos que eso altera la evolución. Si el ser es encerrado, mientras exista se procede a su reeducación. Las experiencias adquiridas durante esta etapa servirán para enriquecer la Memoria Universal. 

Preguntas por los grandes pensadores, por aquellas gentes que han marcado pautas en la historia de los planetas, por sus aportes en la política, la economía, las matemáticas, la física, las artes, etc. Te hablé de los elegidos, ahora para profundizar te diré: son nuestras mejores mentes. Cuando necesitamos ayudar en la evolución de otros planetas, ellos son los encargados. Sabemos que contribuirán con cambios positivos en los sitios a que se les mande.

Hace ya un tiempo, en planetas poco evolucionados se temía a lo desconocido. Nosotros, con el afán de ayudar a su rápida evolución, permitimos el acceso a la Memoria Universal. A los que tenían esa facultad, se les llamó iluminados por el caudal de conocimientos al que accedían. Esto trajo consecuencias imprevistas, algunos lo usaron para hacer el bien; otros, para sojuzgar a los demás. Muchos sucumbieron ante la ignorancia de sus congéneres. Al no entender lo que decían, los tomaron por hechiceros. Basado en estas experiencias, decidimos dar acceso al conocimiento solo a aquellos con el nivel necesario para hacer buen uso de ellos. En los planetas que han alcanzado el equilibrio, todos tienen libre acceso a la Memoria Universal. En estos, conocen la existencia de Eternidad.

Te preguntas si nos han visitado. En realidad, muy pocos lo han conseguido. La separación entre el cuerpo energético y el cuerpo físico puede ocasionar el deterioro de este último.

Solo personas con cualidades excepcionales han podido visitarnos y retornar a su planeta. Debe quedarte bien claro que, de hacerse este viaje, no puede repetirse. El cuerpo físico no lo resistiría.

Atón, sé que no entiendes por qué en la Tierra hay tantas imperfecciones y la maldad de algunos hace sufrir a muchos. Debes saber que el lugar de donde vienes fue uno de los últimos en poblarse. Es un planeta que evoluciona en busca del equilibrio. No te preocupes, vemos para él un futuro luminoso. Hay países que dan pasos para la integración mundial, y en aquellos en los que existe un régimen tiránico, las masas toman conciencia. No está lejos el día en que se organicen bajo la dirección de sus líderes, para junto a las demás naciones participar en la formación de un gobierno mundial con los mismos derechos y obligaciones para todos. Cuando ocurra, habrán alcanzado el equilibrio.

—¿Ulana, por qué sientes esa gran afinidad hacia mí? Desde que nos vimos por primera vez, lo percibo.

—Atón, debes saber que Rina, como llamamos aquí a tu actual esposa allá en la Tierra, tú y yo convivimos bajo este mismo techo por mucho tiempo. Esto fue posible porque nos unen grandes lazos afectivos; pero los más apegados siempre han sido ustedes. Se les considera almas gemelas. Fueron creados para no separarse jamás. Convivíamos juntos, los admiraba, los quería, disfrutaba con tomar parte de su felicidad. Hubo momentos en que pensamos en la unión, dar lugar a un nuevo ser. No lo hicimos, entendimos que no estábamos preparados, debíamos esperar. En eso, llegó la llamada del Consejo Supremo. Les pedían que viajaran al planeta Tierra. Ustedes partieron, detrás quedé yo; sin embargo, mi sacrificio no ha sido vano. Todo se realiza por el bien de la colectividad. Ahora comprendes mi actitud.

—Sí, Ulana, por eso mi afecto hacia ti crece mucho más.

—Lo acepto, pero no lo merezco. Esto que hago lo haría por cualquiera de los habitantes de Eternidad, para nosotros es una obligación.


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